Como dice Coco Legrand, puta que hay farmacias en Chile, weón oh. La cagó. Sales un rato a la calle a dar una vuelta pa estirar las piernas y recrear la vista y ... ¡tate! fijo que das con una. ¿De verdad hay tanta gente enferma? Al parecer si, pero enfermos de weones. Y no lo digo sólo por lo descuidados que somos los chilenos con nuestra salud (comiendo mal, haciendo nada de ejercicio, llevando vidas de mierda, etc), sino por que nos gusta tener problemas.
El chileno siente una imperiosa necesidad de tener problemas, lo lleva en el ADN, es parte de la idiosincrasia nacional. Por lo general se trata de problemas de salud o financieros, aunque tampoco faltan los del corazón entre otros. Si el chileno no tiene problemas se siente fuera del mundo, autocondenado al ostracismo en su propio hábitat, pero esto es muy poco frecuente que pase puesto que, aunque parezca paradójico, el no tener problemas no es un problema, total no cuesta nada inventárselos; ya sea desde la nada o agrandando detalles ínfimos como que el equipo favorito haya perdido un partido de fútbol. Incluso el gobierno nos ayuda, total se trata de un "tema pais": Suben la bencina, cobran más peajes, nos construyen mal las cosas, nos dan salud y educación de mierda...en fin, es una lista interminable.
Pero todo esto sucede por algo.
¿Por qué entonces?
Porque sin los problemas el chileno no tendría tema de conversación, se quedaría en blanco, triste, apagado,silencioso. ¿De que hablaría el chileno si no tuviera problemas? De arte no, de ciencia tampoco, de la actualidad mundial ni por asomo, de filosofia menos, de fárandula quizás, pero eso no vale porque es hablar de los problemas de otros.
La rutinaria vida de nosotros, los chilenos de a pie, sólo puede ser condimentada con el amargo sabor de los problemas que son azúcar en nuestras bocas. Es la forma que tenemos de sentirnos vivos y parte de algo, de tomar conciencia de nosotros mismos.
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